Una mirada diferente
Aquel día salió de casa y su camino al trabajo era extrañamente diferente. Ya atravesando el jardín pudo percatarse del dulce aroma que desprendían las flores, quizás el jardinero había regado horas antes. No se dejaba ver una sola nube, el sol resplandecía y sobre algunos tejados aparecía un reflejo de luz con el color más vivo que había visto nunca.
La música de sus auriculares estaba perfectamente alineada, cada canción parecía querer bailarse sola y él sentía una necesidad profunda de querer compartirlas con el mundo. Hasta las personas habían cambiado, todas aquellas que se cruzaba le devolvían una sonrisa, cada dueño parecía disfrutar del paseo con sus respectivos perros y los niños tenían un inconfundible brillo en los ojos.
Poco a poco iba llegando a su destino y su corazón latía más y más fuerte. Ya pensaba que se saldría de su pecho cuando de repente se dio cuenta, no había parado de pensar en ella y una sonrisa de oreja a oreja le había acompañado en cada uno de sus pasos. La reflexión no tardaría en llegar, el camino de la vida siempre fue el mismo, pero él había cambiado su forma de mirarlo. Y sintió que también irradiaba felicidad, porque la vida ahora desprendía más luz que nunca.
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